La Columna

EL ARDIDO

  • Por Editora M

Le ardió hasta la rabadilla a La Corraleja la ratificación de Héctor Acosta -al que llamó alcahuete- en la Auditoría Superior del Estado. Se gastó toda la tinta del plumero en criticar la elección ocurrida en el seno del Congreso del Estado y, peor aún más, por unanimidad. Se le olvidó que el primer período de Héctor él mismo era Des-Gobernador del Estado e impulsó su candidatura cuando se la llevaba bien con Eduardo Romero Ramos, el influyente Notario Público juarense. Incluso, criticó con hiel a la Fracción Parlamentaria de Morena en el Congreso Local, por haber votado a favor de la propuesta. Se siente líder moral de Morena y cree que es la conciencia de la Cuarta Transformación, pero pues no es más que un triste traidor megalómano apocado y ardido. A Héctor Acosta le llama alcahuete y engañifa, tal vez mirándose al espejo. La Corraleja la tira en realidad a la poderosa Ariadna Montiel, Secretaria del Bienestar, quien le puso en su lugar y le canceló los privilegios que tenía para no ceder a sus chiplerías.