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El carropeluche que transforma calles en recuerdos de infancia

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  • Por Redacción

Ciudad Juárez.- En la entrada del Hospital Ángeles, entre médicos, enfermeros y familiares, un destello azul neón detiene miradas, provoca sonrisas y saca celulares de los bolsillos. 

Es el "carropeluche", un automóvil que se ha vuelto leyenda urbana en Ciudad Juárez.

El responsable de esta singular obra rodante es Juan Carlos Flores, un hombre cuya historia se adhiere, peluche por peluche, a la carrocería y tableto de su vehículo. 

Más de 1,900 juguetes, entre osos, dragones, personajes de caricatura y superhéroes, cubren el exterior e interior del coche. 

Cada uno tiene su lugar, su memoria, y en conjunto forman un homenaje viviente a la infancia.

“Cuando era niño, mi mamá no tenía para comprarme un juguete, ni siquiera un soldaditi o un luchador de plástico.

El dinero no alcanzaba. 
Yo me quedaba viendo los aparadores, imaginando cómo sería tener aunque sea uno”, cuenta Juan Carlos, quién también señala que hacían carritos con cajas de cartón.
Fue esa carencia la que sembró en él una pasión. 

Y años más tarde, con esfuerzo propio, decidió convertir su auto en una galería ambulante de ternura. 
“Cada peluche que coloco es como si le diera algo al niño que fui”, dice.

El carropeluche como el lo llama y del que siente mucho orgullo por la  admiración que causa en los cruceros, avenidas y hospitales. 

También ha generado comunidad, dice; personas que donan peluches, niños que corren a tomarse una foto, adultos que se emocionan recordando su juguete favorito. 

Juan Carlos recibe cada muestra de cariño con humildad. 

Su objetivo no es solo el asombro, sino provocar una sonrisa. 
“A veces una sonrisa vale más que un tanque lleno de gasolina”, comenta entre risas. 

Mientras el carropeluche avanza por la ciudad, parece dejar una estela de nostalgia y alegría. 

Es más que un auto; es un testimonio de que incluso las carencias pueden convertirse en motores de inspiración.
Y ahí sigue, rodando con sus casi dos mil razones para no olvidar la magia de ser niño.