La Antigua Cárcel de Piedra: Un símbolo incómodo del pasado
- Por Editora M
-La memoria, abandono y una nueva disputa por el patrimonio histórico de Ciudad Juárez
Ciudad Juárez.- Por décadas, la antigua Cárcel de Piedra de Ciudad Juárez permaneció como un gigante silencioso en el corazón de la ciudad.
Entre muros gruesos y desgastados, testigos de un pasado áspero, aún resuenan historias de represión, encierro y supervivencia.
Su figura forma parte de la identidad histórica juarense, aunque no siempre desde el orgullo, sino desde la memoria cruda de lo que fue un símbolo de control político y social.
Hoy, ese mismo edificio se encuentra nuevamente en el centro del debate público, tras el anuncio de su transformación en el Centro Cívico S-Mart, proyecto que ha provocado una oleada de cuestionamientos, manifestaciones y demandas de transparencia.
La disputa, lejos de ser solo arquitectónica, se ha convertido en una confrontación sobre cómo debe recordarse —o resignificarse— la historia de la ciudad, señala la historiadora Socorro Arredondo.
Un edificio tallado en piedra y en memoria
La Cárcel de Piedra comenzó a construirse entre finales del siglo XIX y principios del XX, utilizando materiales de la región cuyo color gris y textura tosca terminaron por darle su nombre popular.
Desde su inauguración, el inmueble se convirtió en el principal centro de detención de la frontera, administrado primero por autoridades municipales y más tarde por instancias estatales.
El recinto funcionó durante décadas como prisión preventiva y correccional.
Fue escenario de
detenciones políticas, especialmente en periodos de tensión social y gubernamental en las décadas de 1940 a 1960.
Motines, fugas y episodios de violencia, documentados en archivos hemerográficos.
Hacinamiento extremo y condiciones insalubres que se mantuvieron casi hasta su cierre.
Para cronistas locales, la Cárcel de Piedra fue un “recordatorio incómodo” del pasado juarense, pero al mismo tiempo un testigo fiel de las transformaciones sociales de la frontera.
El cierre y el olvido
A principios de los años 2000, el penal dejó de cumplir con los estándares penitenciarios modernos y se decidió su cierre definitivo.
La clausura, sin embargo, no trajo consigo un proyecto de restauración o uso alterno inmediato.
El edificio quedó abandonado durante años, expuesto al vandalismo, saqueos y deterioro estructural.
Diversas administraciones intentaron gestionar proyectos culturales o centros comunitarios, pero ninguno logró concretarse por falta de recursos, permisos o continuidad gubernamental.
Pese al deterioro, organismos defensores del patrimonio han insistido en que la Cárcel de Piedra conserva un valor histórico insustituible, tanto por su arquitectura como por la carga simbólica que representa.
La venta del inmueble y el anuncio de renovación
El reciente comunicado de S-Mart, difundido en redes sociales, confirmó que la empresa es propietaria del inmueble “desde hace años” y que inició trabajos para liberar la fachada de agregados que alteraban la estructura original.
El proyecto, según la compañía, contempla, la restauración del espacio con criterios de conservación.
La creación del Centro Cívico S-Mart, un espacio comunitario abierto al público.
La realización de talleres, actividades culturales, exposiciones y eventos gratuitos.
El objetivo de convertir el sitio en un nuevo punto de encuentro para la comunidad juarense.
En el comunicado, la empresa asegura que su compromiso es “proteger el valor patrimonial del inmueble y desarrollar un espacio vivo y útil para la comunidad”.
La respuesta; memoria, protesta y exigencias
La noticia no tardó en provocar reacciones. Organizaciones como FEDEFAM México, LABih y colectivos de memoria histórica convocaron a una manifestación para “defender la Cárcel de Piedra” ante lo que califican como “la destrucción” del inmueble.
En su comunicado, las agrupaciones enfatizan que la cárcel es un sitio clave para la memoria histórica de la ciudad, especialmente por su relación con presos políticos.
Debe existir transparencia en las condiciones bajo las cuales se otorgó o vendió el edificio.
La intervención actual podría significar la pérdida irreversible de elementos históricos.
Exigen una revisión pública de permisos, dictámenes y criterios de conservación.
Para los colectivos, transformar la cárcel sin un proceso de consulta ciudadana representa una forma de “borrar” el pasado y despojar a la ciudad de un espacio de reflexión histórica, señala Arredondo.
La discusión sobre el futuro de la Cárcel de Piedra no se reduce a una disputa legal o estética; abre una conversación sobre la manera en que una ciudad enfrenta su propia historia.
Historiadores consultados sostienen que, al igual que otros sitios de dolor —como expenales, cuarteles o centros de detención—, la Cárcel de Piedra debería preservarse como un espacio de memoria y educación, donde se expliquen los procesos de represión, injusticia y sobrevivencia que forman parte del pasado juarense.
Por otra parte, voces empresariales y ciudadanos que apoyan la restauración señalan que resignificar el lugar mediante actividades culturales puede ser una forma de devolverle vida a un inmueble que llevaba más de dos décadas en ruinas.
La opacidad como punto crítico
Uno de los cuestionamientos más recurrentes apunta a la falta de documentación pública sobre, el proceso de venta, cesión o transferencia del inmueble.
La aprobación de permisos de construcción y restauración.
La participación o no del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
El grado de protección patrimonial del edificio
Sin claridad en estos puntos, la discusión se intensifica y alimenta sospechas, incluso entre quienes ven con buenos ojos la recuperación del lugar.
La Antigua Cárcel de Piedra se encuentra en un momento decisivo.
Su destino no solo transformará un inmueble histórico, sino también la relación de la ciudad con su propio pasado.
Dos visiones contrastan:
La preservación estricta, orientada a la memoria de las víctimas, la documentación y el respeto a su valor histórico.
La resignificación comunitaria, enfocada en convertir el espacio en un centro cultural vivo y funcional para la ciudad actual.
En medio, queda una comunidad juarense que pide claridad y participación.
Un llamado a la transparencia y al diálogo
Mientras continúan los trabajos en el sitio, la exigencia más reiterada es la de abrir procesos públicos en los que participen la ciudadanía, especialistas en patrimonio, colectivos de memoria, autoridades municipales y estatales, representantes de la empresa propietaria.
Solo la transparencia permitirá disipar dudas y evitar que un espacio tan cargado de significado quede atrapado entre el olvido y la controversia.
El futuro de la Cárcel de Piedra será, inevitablemente, un reflejo de la forma en que Ciudad Juárez decide enfrentar su pasado y construir su identidad hacia adelante.