Fue entre el 8 de diciembre de 1913 y el 7 de enero de 1914 cuando Pancho Villa gobernó el estado. Fueron las “Cuatro Semanas que estremecieron a Chihuahua”; así bautizó ese periodo de tiempo el historiador y antropólogo austriaco Fiedrich Katz en su libro Pancho Villa, la obra que rescató la figura histórica del revolucionario. Y no se equivocó. En ese breve periodo de tiempo logró transformar el estado y organizar a la famosa División del Norte de tal manera que liberaría al país de la dictadura de Victoriano Huerta, el villano que puso fin al primer gobierno emanado de la revolución mexicana, al de Francisco I. Madero. Por cierto, uno de los hombres que habrían de traicionar la revolución fue Pascual Orozco cuya rebelión en Chihuahua, facilitó el ascenso del huertismo y la muerte de Madero. Aún así, el peor gobierno que ha tenido el estado, el de La Corraleja, manipuló la historia regional y junto con el Congreso del Estado, por decretó nombró cuna de la revolución al municipio de Guerrero, despojado a Cuchillo Parado de ese título. Pero bueno, ellos siguen festejando al traidor y olvidando a Toribio Ortega quien sirvió en las filas villistas. Pero bueno, en otra oportunidad el Zorro se sentará en la mecedora y con un café, abordará ese capítulo. Hoy recordaremos el breve gobierno del Centauro, tal como lo contaba Katz y los abuelos del Bisonte, allá por Casas Grandes. En 1913, tras tomar ciudad Juárez a bordo de un tren carguero que transportaba carbón, en el que escondió sus tropas, Villa protagonizó la batalla de Tierra Blanca y tras triunfar, se dirigió a Chihuahua y tomó también pacíficamente la ciudad. Conforme al Plan de Guadalupe lanzado por los constitucionalistas, a cuyo bando pertenecía en ese momento, asumió como gobernador del estado hasta el 7 de enero de 1914 cuando renunció para continuar su campaña militar. Katz señala que la llegada de los villistas sorprendería por la conducta y disciplina. Cientos de jinetes armados ingresaron a la ciudad en orden y perfectamente disciplinados. También columnas de soldados cuya marcha atrae a la población que se congrega para ver el espectáculo que formaban aquellos hombres.
Pocas horas después arribaría el general Francisco Villa y el silencio que guardaban los habitantes se transforma en gritos… ¡Viva Villa! ¡Viva Carranza! ¡Viva la Revolución! Cuentan los que saben, que Villa ya como mandatario, ordenó bajar el precio de la carne. Se ofrecía a un 85 por ciento menos de lo que costaba, suficiente para que los que menos tenían la compraran. También aplica la misma política con el frijol, el maíz y quita los impuestos de importación en la Aduana de Ciudad Juárez a los productos básicos que consume la población. Imagínense la popularidad que adquirió. En los siguientes días reabre el Instituto Científico y Literario, que 40 años después de esa fecha, se transforma en la UACh (Universidad Autónoma de Chihuahua); crea el Banco del Estado, imprime sus billetes, acuña monedas de plata y expulsa a los españoles de la entidad acusados de apoyar al gobierno usurpador. También decreta la ley seca para sus tropas e instala el primer telégrafo inalámbrico del norte, reorganiza los ferrocarriles, confisca haciendas y firma el famoso contrato con la Mutual Film Corporation, aquella compañía de Hollywood que grabará algunos de sus futuros combates. Fue tanta su fama que la prensa internacional reseñaba su gobierno: “Sentía una verdadera pasión por las escuelas y estableció cincuenta planteles de educación en la ciudad. Hizo que el Ejército hiciera funcionar los tranvías, la planta de luz eléctrica, los teléfonos y el agua potable.
Instaló molinos de harina y mataderos de ganado. Cerró las cantinas e hizo fusilar a uno de sus propios soldados cuando lo encontró en estado de ebriedad”, publicaría el New York Times años después. El general tenía 36 años cuando asumió la gubernatura. Su toma de protesta es recordada también por Katz. Fue en el Salón Rojo del Palacio de Gobierno, fue el lugar donde el Centauro tomó protesta en una ceremonia que fue interrumpida desde la calle por la algarabía de miles de personas, lo que lo obligó a salir al balcón a saludar y ver las aclaraciones a su persona. En su gabinete integra a miembros de la Junta constitucionalista que se formó en El Paso, Texas, en marzo de 1913 unas semanas después del golpe militar de Huerta contra Madero y que lideraba el periodista Silvestre Terrazas —director de El Correo de Chihuahua— a quien designó secretario general de Gobierno y quién sería el soporte para el gobierno villista, incluso en temas de justicia. El 12 de diciembre, Villa publica el decreto de confiscación de bienes de los enemigos de la Revolución, dirigido a toda propiedad de Luis Terrazas e hijos, hermanos Creel, hermanos Falomir, José María Sánchez, hermanos Cuilty, hermanos Luján y J. Francisco Molinar. Los bienes serían administrados por el Banco del Estado creado por otro decreto ese mismo día. La institución bancaria tendría capacidad de emitir hasta 10 millones de pesos, que resolverán el problema de la falta de dinero circulante que había colapsado los mercados y amenazaba con generar hambruna. Una anécdota de ese tiempo fue el hallazgo de 590 mil pesos oro nacional descubiertos en una columna falsa del Banco Minero tras la aprehensión en el consulado británico del hijo de Luis Terrazas hijo, a quien mantuvieron prisionero y obligaron a confesar el lugar dónde se encuentra ese tesoro. El hacendado moriría por las lesiones que recibió para hacerlo confesar. En el mismo mes de diciembre, Villa ordena el rescate del cuerpo del exgobernador Abraham González, asesinado en marzo de 1913 cuando era trasladado preso en tren a la Ciudad de México. Su cuerpo quedó inhumado entre las estaciones de Horcasitas y Bachimba de donde fue recuperado por los villistas y trasladado a la ciudad de Chihuahua. Abraham González recibiría un funeral donde el mismo Villa le rindió honores. Finalmente el 7 de enero de 1914, renuncia a su cargo a solicitud oficial del primer jefe del Ejército Constitucionalista, Venustiano Carranza quien designa en su lugar a Manuel Chao. “Soy el hombre que obedezco sus órdenes en cumplimiento de mi deber. La carta que usted me mandó referente a que se quedara el general Chao como gobernador, aunque era una carta-iniciativa comprendí que era una orden de usted. Ya pongo al señor general al frente del gobierno para tenerle menos molestias a usted cuando venga y para emprender la marcha al sur”, escribe Villa. Sobre las cuatro semanas de gobierno Katz relata que además del impacto de los actos de gobierno, hasta ese momento nadie había logrado sacarles más a los ricos de Chihuahua que el Centauro. Tampoco nadie había gobernado para los que menos tienen. Fueron las “Cuatro Semanas que estremecieron a Chihuahua”