


Ciudad Juárez.- La psicóloga Sandra Ramírez, de Psicoarte, profundiza en el papel crucial que las emociones desempeñan en nuestra salud mental y emocional. Con una perspectiva inclusiva y empática, Ramírez señala que "el sentir no es de género", recordándonos que las emociones no deben clasificarse como exclusivas de hombres o mujeres, sino como una parte universal y esencial de la experiencia humana.
Además, resalta que "está bien estar mal", una afirmación que normaliza los momentos de dificultad como parte integral del crecimiento y la adaptación.
En una sociedad que valora más la productividad y el optimismo que la vulnerabilidad, la psicóloga nos invita a reflexionar sobre el impacto de suprimir o ignorar emociones como la tristeza, el miedo o la frustración.
Estas emociones, aunque incómodas, son necesarias para comprender nuestras experiencias, conectar con los demás y avanzar en nuestra vida emocional.
La metáfora de "Intensamente 2": Un espejo emocional
Sandra Ramírez utiliza como referencia la secuela de la película "Intensamente" para ilustrar cómo nuestras emociones interactúan constantemente dentro de nosotros.
Al igual que Riley, la protagonista de la primera película, todos enfrentamos un diálogo interno en el que la alegría, la tristeza, el enojo, el miedo y el asco desempeñan roles fundamentales. Cada emoción tiene su función, y ninguna debería ser excluida o reprimida.
"La tristeza, por ejemplo, nos ayuda a procesar pérdidas y generar empatía, mientras que el miedo nos prepara para enfrentar amenazas y buscar seguridad", explica Ramírez.
En "Intensamente 2", vemos a Riley enfrentando nuevas emociones mientras atraviesa la adolescencia, un periodo que simboliza los cambios y desafíos que todos enfrentamos al crecer.
Nuestras emociones y el impacto en la personalidad
Sandra Ramírez subraya que las emociones son las piezas fundamentales que moldean nuestra personalidad.
Desde la infancia, las experiencias emocionales nos enseñan cómo interpretar el mundo y responder a él. Sin embargo, en nuestra sociedad actual, ciertos rasgos de personalidad, como ser extrovertido, asertivo o eficiente, se valoran más que otros, mientras que se desestima la importancia de la introversión, la sensibilidad y la emotividad.
"Estar triste se percibe como un defecto, algo que debemos evitar, pero en realidad, es una emoción que nos conecta con nuestra humanidad", comenta Ramírez.
Enfatiza que estas emociones que a menudo se etiquetan como "negativas" son esenciales para nuestro desarrollo, porque nos enseñan lecciones importantes y nos preparan para enfrentar desafíos.
El peligro de ignorar nuestras emociones
Intentar eliminar emociones incómodas puede parecer una solución a corto plazo, pero Sandra advierte que esto puede generar un desbalance emocional a largo plazo.
"Cuando ignoramos lo que sentimos o lo escondemos tras una sonrisa falsa, creamos una incongruencia entre nuestro interior y lo que mostramos al exterior", señala.
Este desajuste puede llevar a problemas emocionales más profundos, como ansiedad, depresión o incluso crisis de identidad.
"En la vida no todo es color de rosa. Es importante permitirnos sentir y procesar lo que estamos viviendo, especialmente en momentos de dificultad o trauma", afirma Ramírez.
La represión emocional no solo nos impide sanar, sino que también limita nuestra capacidad de conectar auténticamente con los demás.
Replanteando nuestra relación con las emociones
La psicóloga invita a la sociedad a reevaluar la manera en que percibimos las emociones. Más allá de categorizarlas como "positivas" o "negativas", sugiere adoptarlas como herramientas que nos permiten conocernos mejor y adaptarnos al mundo que nos rodea.
"Cada emoción tiene un propósito, y aprender a escucharlas y comprenderlas nos ayuda a construir una vida más plena y equilibrada".