
Ciudad Juárez.- Con una voz firme pero cercana, el Maestro Max Frederick Lozano nos abre las puertas a su historia de vida, marcada por el esfuerzo, el mérito propio y la vocación de servicio.
Su candidatura a Magistrado de Circuito del Poder Judicial de la Federación no es producto del azar, sino de décadas de compromiso con el Derecho, la docencia, la comunicación social y, sobre todo, con los valores que definen a un verdadero servidor público.
"Desde muy joven comprendí que el Derecho no se puede ejercer con tibieza ni con indiferencia", afirma con convicción.
"Hay que tener principios sólidos: la honestidad, la responsabilidad, la congruencia, pero sobre todo la empatía. Porque detrás de cada expediente hay una historia humana que merece ser escuchada".
Max ha trabajado en distintos frentes: desde el litigio privado en materias civil, fiscal y laboral, hasta las altas esferas del Poder Judicial Federal, donde ingresó por méritos propios tras aprobar rigurosos exámenes.
"Nunca he tenido un padrino político, nunca he militado en ningún partido. Todo lo que he logrado ha sido a base de estudio, trabajo y constancia", dice con orgullo.
Nacido en Ciudad Juárez, Max fue criado en una familia de clase trabajadora. Desde pequeño supo lo que era el esfuerzo cotidiano.
“Crecí viendo a mi madre levantarse a las cinco de la mañana para ir a trabajar, y a mi padre sacrificarse para que tuviéramos educación. Esos valores marcaron mi carácter: responsabilidad, respeto y gratitud”.
Esos pilares se reflejarían más tarde en todas las facetas de su vida: como abogado, maestro, servidor público y comunicador.
Egresado con honores de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, complementó su formación con un diplomado en Derecho Laboral y una maestría en Derecho Fiscal organizada por la UACJ en colaboración con la UNAM y el ITAM.
"Desde que estudiaba me fascinó la complejidad del Derecho Fiscal. Me parecía un reto intelectual enorme", recuerda.
Ese mismo compromiso lo ha llevado a formar a nuevas generaciones durante más de 16 años como catedrático en la UACJ.
"La docencia me dio algo que ningún otro ámbito profesional me había dado: la posibilidad de sembrar conciencia jurídica, de inspirar a jóvenes que hoy ya son jueces, funcionarios, litigantes.
Me llena de orgullo cuando me los encuentro y me dicen: ‘Profe, gracias a usted me enamoré del Derecho Fiscal’. Esos momentos valen más que cualquier reconocimiento".
Su paso por el Poder Judicial de la Federación fue un parteaguas en su vida profesional. Primero como actuario, luego como secretario de cuenta, Max Frederick conoció de cerca el funcionamiento de los Tribunales Colegiados de Circuito, donde redactó sentencias en materia penal.
“Ahí entendí que la justicia no es automática ni mecánica, y que no basta con aplicar la ley: hay que entender el contexto humano. A veces, el Derecho se queda corto frente a la realidad. Ahí entra el sentido de la justicia”.
Lo dice con firmeza: "He visto magistrados extraordinarios, humildes, que respetan a su equipo. Pero también he visto a otros déspotas, prepotentes, que maltratan a su gente. Yo quiero ser un magistrado cercano, que trate a su personal con dignidad, que escuche, que sea humano. Porque cuando tu equipo trabaja con respeto y alegría, la justicia fluye mejor".
Además de su carrera jurídica, Max incursionó en el periodismo mediante e; Hoy el periódico impreso y también se ha mantenido 16 años como conductor de noticias en el canal local XEJTV (Canal 5) y actualmente en Canal 50.
“Aprendí a comunicar con verdad y respeto. Siempre he dicho que un periodista, como un juez, tiene la responsabilidad de dar voz a quien no la tiene y de cuestionar al poder cuando se aleja del pueblo”.
Reconoce que esta experiencia lo ha acercado a la ciudadanía de manera única.
“En la televisión me ve la gente común, la señora que hace tortillas, el señor que vende en la calle, los jóvenes que se están formando.
Por eso he procurado siempre hablar claro, sin tecnicismos, sin rodeos. Explicarles sus derechos, sus obligaciones y también sus esperanzas”.
Sobre la reforma judicial, es claro: “Durante años la justicia fue vista como una élite intocable. Magistrados que vivían en una burbuja, desconectados del pueblo.
Eso debe cambiar. La gente merece tener voz en la elección de quienes imparten justicia. Y los que aspiran a esos cargos deben ser examinados no solo por su currículum, sino por su integridad, su trato humano y su compromiso con la justicia real, no solo con la legalidad escrita”.