













Chihuahua.- En el Museo Casa Chihuahua, la fotógrafa Lorena Borja exhibe su exposición Mujeres de hierro y asfalto, donde documenta una realidad cultural femenina, la dignifica y la transforma en arte.
En Mujeres de hierro y asfalto, Lorena Borja llevó a cabo no solo una serie fotográfica, sino también una etnografía, es decir, un método de investigación cualitativa especialmente utilizado en la antropología y otras ciencias sociales que se centra en la observación y descripción de las costumbres y tradiciones de un grupo cultural o comunidad.
En este mundo fantástico y libertario de Mujeres Biker Unidas (MBU), Borja reconstruye una narrativa visual poderosa que trasciende lo documental para convertirse en un manifiesto de libertad, pasión y hermandad. A nivel estético, la combinación de luces, texturas y símbolos icónicos del motociclismo refuerza una identidad visual fuerte y provocadora.
Lorena Borja documentó una realidad cultural femenina, la dignifica y la transforma en arte. Su fotografía descubre y comparte:
La simbología del motociclismo femenino:
Las imágenes capturan el espíritu de la cultura biker femenina con una marcada presencia de chalecos de cuero, motocicletas robustas y parches distintivos. Estos elementos visuales no solo representan una estética rebelde, sino que también funcionan como símbolos de pertenencia a una comunidad donde la hermandad y el compromiso son esenciales.
Contrastes de texturas y materiales:
El metal de las motocicletas y la rudeza del asfalto contrastan con lo orgánico de la piel, el cuero y los detalles personalizados de los trajes y cascos. Este juego de texturas crea una narrativa visual de resistencia y fuerza, insubordinación y creación, aludiendo a la fusión entre lo humano y la máquina. Las mujeres bikers no son simplemente conductoras; son amazonas frente a la tecnología mecánica representada por las motocicletas, y este vínculo se plasma en la fotografía.
Luz y composición femenina:
Las fotografías, en su mayoría, presentan encuadres dinámicos que capturan la velocidad y la sensación de movimiento. Algunas imágenes juegan con la luz natural, destacando los reflejos en los cascos y las superficies cromadas, mientras que otras optan por contrastes dramáticos que refuerzan la intensidad del motociclismo, lo sensual y la seducción de mujeres con el poder de las máquinas, convertidas en una forma de vida.
Identidad y expresión femenina:
Se observan rostros bellos y cabelleras agitadas por el viento, algunos cubiertos por cascos y otros con miradas directas y desafiantes. Las expresiones reflejan seguridad, orgullo y una conexión genuina con la comunidad biker. Además, la presencia de nombres, apodos y fechas de iniciación en el motociclismo sugiere una tradición de legado cultural e histórico de las mujeres en el mundo biker masculino.
Estética, ropa y empoderamiento femenino:
La combinación de cuero negro, tatuajes, cascos personalizados y motocicletas de gran cilindrada responde a una estética tradicionalmente asociada con la rebeldía y la contracultura. Sin embargo, en este contexto, las mujeres resignifican estos códigos visuales para hablar de independencia y autonomía. No son acompañantes: son protagonistas de sus propias rutas.
El concepto de comunidad y sororidad:
La repetición de imágenes de grupos, reuniones y concentraciones en la carretera refuerza la idea de que el motociclismo femenino no es solo una actividad individual, sino una experiencia compartida. Frases como "Todas vamos, todas regresamos" no solo tienen un valor literal, sino que, en términos visuales y narrativos, construyen una idea de apoyo y solidaridad entre ellas.
En suma, cada fotografía es una historia; cada mujer en estas imágenes es un símbolo de lucha y autonomía. El asfalto no es solo un camino, sino un lienzo donde cada una de ellas graba su historia con cada rodada.