La sombra
del fundador
desconocido
olvidado por la historia
que a diario
baja de la Loma de Pérez
donde vive en una casita
circundada de ocotillos
que en junio florecen en flores rojas
se dibuja sobre
la tierra seca
baja de su alto mundo
a rendirle parte
sombrero en mano
al jefe Blake
a Cruz Ortiz
a su cuadrilla
de ingenieros
que lo esperan
seguros de su puntual visita
han de estar
como están todos los días
con sus cascos de ingenieros
y sus botas federicas
polveadas por el polvo diario
han de tener la vista fija
hacia donde llega
el tren
que anuncia
su llegada sobre el ruido
de los rieles
con el
su pitido agudo
que altera la paz
del pueblo de tierra y polvo
que duerme su siesta
dormido en el sopor
de medio día
rendida la novedad
de la apertura
de la calle en que estará la botica
Boussirus
la primera botica
del poblado de tierra y polvo
el fundador incógnito
se cuadra
en posición de firmes entrechocando marcial pues había sido sargento primero en la Revolución sus gastados huaraches
de correas de vaqueta cruda
que le agrietan los dedos
hace el saludo de rigor
con su mano izquierda
ante la falta de la derecha
que perdió
en la batalla de Bachimba
peleando contra Orozco
se coloca con rutina delicada su sombrero sureño
de ala ancha y palma tosca
renegrida y negra de sudor
que se había quitado ante la superioridad
para el saludo riguroso
al hacerlo disimula
con orgullo de veterano orgulloso
que el temblor de su mano sana
no denuncie el temblor
que le quedó de aquella herida en la canilla
con maña aprendida con los años
con su mano sana se aprieta bien el barbiquejo
para que no le vuele el sombrero el leve aire
tibio de la tarde tibia
con galana caravana
da enérgica media vuelta
procurando mantener lo más erguida posible
su frágil figura
para que se le note
lo menos posible
el peso de los años
y no le duela tanto
la bala 38
que hace 20 años
le dejó entre dos vértebras bajas
el doctor del regimiento
ante el peligro de
dejarlo paralítico
murmura un hasta mañana respetuoso
sacude el polvo
de su pantalón corriente
y camina ligero casi al trote
viendo en las alturas
de la loma
donde vive
un penacho de humo
plomizo que sube desde la tronera de su casa hacia la nube
que se evapora
bajo el sol ardiente
y el cielo azul intenso
humo que ha de oler a la leña de mezquite recién cortada
que a diario corta y acarrea en su viejo y flaco burro pardo prieto
desde tan lejos
desde el rumoroso río de Rosales
trota con los ojos entrecerrados
en defensa inútil ante el resplandor del cielo estéril
un trueno potente
dibuja un relámpago
instantáneo
que retumba estéril sin que caiga la lluvia
que él y sus jefes
esperan
para que crezcan los arroyos
salgan grandes los ríos
se llenen Boquilla y las Vírgenes
llegue lleno
el Canal Principal
corra lleno por
el Canal Fundadores
y la tierra seca y triste
se alegre de verde
y el mundo vuelva a florecer