

Qué alto volaste
inalcanzable
ligero
etéreo
hermitaño
de La Cruz
Abilia te fue a ver
y no te vio
sólo vio tus alas
batiendo
en el cielo
de tu pueblo
Yo tampoco te alcancé
yo tampoco te vi
niño grande
gigante pequeño
Sólo vimos
tu hermita
triste
solitaria
vacía de tu presencia
En tu estudio
de hermitaño
en tu templo
y tu refugio
están el pincel
de tus embrujos
la vieja paleta
de tu magia
la guitarra
de tus cantos
Los ojos negros
de una tarahumara
inacabada
te buscan
en la nada
de un lienzo inacabado
El tarahumara del cigarro
llora por tu ausencia
entre el humo y la añoranza
Desde la barra del Tenampa
tu paisana Lucha Villa
te canta el corrido de Chihuahua
Los cuadros de los Bush
que esplendían en
La Casa Blanca
El Pablo V1 del Vaticano
Los murales del Paraninfo Universitario
El mural que le regalaste a Delicias
Las clases magistrales
que por décadas dictaste
La nostalgia que sentías en las entrañas
al alejarte
de tu tierra
Todo eso y más
que nos dejaste
sublime retratista
de mano amiga
amigo que jamás tuviste
conflictos de lealtades
que siempre fuiste
franco
sin matices
que no supiste
lo que es faltar a
la palabra
gran artista
que viviste
entre mezquites y huizaches
al filo del barranco
en el delta
del Río Conchos
tarde a tarde
desde el cielo
voltéamos a ver
y en tu goria eterna
nunca olvides
que entre nosotros
vivirás
Inolvidable
inolvidable
en el guiño
de un lucero
en el fulgor
de una aurora
en los ojos mustios
de una niña tarahumara
en la obra
de un alumno del futuro
heredero de tus lienzos
y de tu blando corazón
El viento gélido
de enero
trae el llanto de un niño
el eco de la campana
de la iglesia
tañe a luto
el rasgueo de tu guitarra
alegra el aire helado
te fuiste y no te fuiste
en La Cruz brilla
para siempre
tu aura inmarcesible