Invitado Especial

Sólo quedó el recuerdo

  • Por Carlos Gallegos

En camiones y en ferrocarril enviaban el producto a varias partes del país, incluso del extranjero.
Fue mucho su auge, pero como todo,su prosperidad fue menguando, presa de las plagas de los campos, de las sequías, la competencia, la baja en su calidad, la mala administración , hasta que sólo quedaron el recuerdo, fotos borrosas, alguno que otro cartel amarillento, ciertas colecciones, sólo destellos  de aquellos tiempos.
En la otra fotografía, la cara opuesta de la nostalgia.
El cartel que está viendo anuncia fiesta, jolgorio,alegría, arte en la plaza de toros.
Encabeza el elenco nuestra hermosa paisana Elsa Aguirre, quien vive tan rozagante en Cuernavaca, desafiando los abriles, entregada a la yoga y la meditación.
El lleno estuvo asegurado con la voluptuosa presencia de Kity  Hoyos, un real cuero de mujer, egoísta mente retirada de la farándula por un grillo de Guanajuato que la quiso sólo para él. Nunca falta alguien así.
También vino Angel Infante, hermano de Pedro. Aunque sin el ángel de aquél, le hacía la lucha.
Lola Beltrán, que después de Lucha Villa ha sido la mejor cantante folclórica de México, según mis cálculos. 
Evangelina Elizondo no estaba nada mal, más bien estaba muy bien, al grado que fue la causa de que mataran a Ramón Gay, uno de las estrellas refulgentes de la época de oro del cine nacional, de quien se decía que mantenía una relación más que cercana con Arturo de Córdoba, otro de los galanazos de entonces.
Irma Dorantes vino casi de relleno, no obstante su gracia y talento. Tal vez la hacían menos porque ya había muerto el hermano de Angel. A Irma, como lee, la anunciaban como su viuda. En rigor a la verdad histórica, era una de las varias viudas del ídolo de Guamúchil, al que el ingeniero Valenciano y otros cientos   hace sepultado en nuestro Panteón Municipal.
El tal Chirrión sepa Dios quién sería.
Los precios no estaban caros y si no completaban, podían entrar entregando dos bolsas vacías del café que patrocinaba el show.
Unas horas de relax después de la carrilla del día, un rato en el mágico espacio del del espectáculo antes de irse a dormir a la espera de la brega de mañana.

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