Galopante, de regreso a casa, está Rogelio Ramos Guevara en la Cámara Nacional de Comercio. Después de aquel visceral y fúrico episodio cuando perdió los estribos y optó la violencia contra Gil Cuevas en la elección interna de la Canaco del año pasado, el dueño de los hoteles María Bonita encontró la reconciliación mental y, tras un periplo de un año de vaivenes de la vida, volvió como el hijo pródigo. Ayer hizo al alcalde Cruz Pérez Cuéllar, el gran operador de la elección, una visita de cortesía para agradecer el gesto, acompañado de quien fue también uno de sus grandes respaldos para impulsar por segunda vez en quien se convertiría, ahora sí, en el nuevo presidente del principal organismo empresarial juarense. El Zorro lo adelantó desde hace varios meses, que a pesar de ser expulsado a la brava por la ex presidenta Elizabeth Villalobos, sería reintegrado a la cámara apenas llegará Iván a la dirigencia. Aunque era de los más activos operadores, mediáticamente manejó las aguas aunque con mensajes subliminales de la re afiliación incluso en los compromisos de campaña. Las vueltas que da la vida, dice el viejo refrán, y aplica perfectamente para don Bigotes, quien hace un año fue crucificado como salvaje y declarado non grato hasta por el Consejo Coordinador Empresarial (CEE).