
En el partido Morena en Chihuahua parece que la casa de los tigres se convirtió en jaula de gatos. Al cierre de la semana pasada, la diputada local Brenda Ríos se le fue con todo al senador Juan Carlos Loera, aquel que todavía carga con la cruz de haber perdido la gubernatura frente al PAN en 2021. Y no fue un simple encontronazo político. Hubo uñas, gruñidos y hasta mordidas debajo de la mesa. Resulta que Brenda Ríos se atrevió a cuestionar al “jefe político” del morenismo juarense, ese que se siente dueño del movimiento pero que cada vez arrastra más rechazo dentro y fuera de su partido. Le sacó los trapitos al sol, señalando viejas prácticas de imposición, autoritarismo y traiciones internas. Primero rascó las bolas al tigre y terminó todo arañado. Que si ella no representa al verdadero proyecto de la 4T, que si está coqueteando con otras fuerzas… lo típico cuando ya no hay argumentos y lo único que queda es el veneno. Le atizó a Loera todo un hilo en X que lo devela como un divisor en el partido; que lejos de representar la unidad, representa el oportunismo, el doble discurso, la misoginia y la traición. Además anticipó que presentará una denuncia formal ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena, por violación a los estatutos, por minar la unidad del movimiento y por actuar sistemáticamente “en contra de la voluntad del pueblo”. Hay algo de cierto en los señalamientos de la legisladora ex candidata del Verde a la gubernatura de Chihuahua. Así como la atacó a ella, ha repartido Loera campañas negras con el alcalde, de su mismo partido, Cruz Pérez Cuéllar, contra la delegada del Bienestar Mayra Chávez, y hasta contra la presidenta Claudia Sheinbaum cuando operó para Adán Augusto durante las precampañas del año pasado. Se dice que es por la cercanía que tienen con la Secretaria, llamada poderosa, Ariadna Montiel. Lo cierto es que lejos de ganar adeptos, parece quedarse cada vez más solo.