Apoyó hasta a Máquina de Fuego en el pasado proceso electoral y pese a quedar descubierta su traición al Pan, juró hasta por las barbas de San Job Quintín y las de Víctor Peregrino, que él era panista de abolengo. Se trata de Luis Carlos Hidalgo, el último de los que se decían azules que abandona Acción Nacional. No era un activo importante, no era un líder de masas, solo era el asesor asistente de Austria Galindo cuando fue regidora, pero ni así le aprendió nada de ideología, quizás no le enseñó nada. Nomás terminó la Administración 2021-2024 se fue a buscar chamba con Ana Estrada, la Tapaderita que se arrepintió de haber soltado la regiduría y hoy está allá por la Abraham González en un espacio del antiguo hospital Bermúdez, después edificio Nielsen, convertido en edificio municipal. Por cierto, ya quiere una oficina en Presidencia y busca un espacio en el segundo piso junto a los regidores. Le vale lo que cueste, al cabo el pueblo paga, hay con queso. Esa es la ideología que atrajó a Hidalgo quien ahora presume un pin de la síndica. Se fue a trabajar a la sindicatura -con minúscula- dónde ahora carga el maquillaje para los números y va por los chescos y tortillas para los tacos con crema, porque ahí, nomás no habrá auditorías. Ni siquiera aquel viejo pase de lista que el masón Fernando Martinez hacía para hacer como que trabajaba. Eso si, aplican la de Hank y dicen también que vivir fuera del presupuesto, es un error, así tengas que cambiar de camisa y bandera. ¿Verdad Luis Carlos?