La Feria del Libro, año tras año, sigue envuelta en la misma sombra de desorganización y desinterés, y el responsable de Fomento a la Lectura, Erwin Limón, parece una figura tan esquiva que algunos ya lo llaman el ácido capitán de la "fuerza aérea" de la Secretaría de Cultura estatal. Alguien debe hacerle saber a la secretaria del ramo, Alejandra Enríquez, que todo lo que ella teje de manera fina y hábil, Limón lo desteje de inmediato. Es más fácil hallar una aguja en un pajar que encontrar a Limón en su oficina, y cuando, por azar, su presencia es confirmada, su contribución sigue siendo tan fugaz y limitada como su propia disponibilidad. Nadie cuestiona su preparación académica; sin embargo, como funcionario, sus logros son tan invisibles como él mismo, dejando una estela de decepción y preguntas sin respuesta. El trato desconsiderado, las condiciones precarias y la improvisación son ya un sello distintivo de Erwin Limón, el funcionario más ácido que echa a perder la dulce gestión de Alejandra Enríquez, quien ha sabido mezclar bien su talento para la grilla con la efectividad como funcionaria pública. Ojalá que ponga atención en este asunto, pues las quejas de la comunidad cultural no son nuevas. Recientemente en la Facultad de Filosofía y Letras, en un conversatorio sobre la “industria editorial” chihuahuense, el que los involucrados cuestionaron la gestión de Erwin Limón y sus nulos resultados frente a la Feria del Libro que pasó con mucha pena y sin gloria alguna.