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No necesitamos la minería de aguas profundas ni sus daños ambientales: aseguran especialistas

  • Por Redacción
No necesitamos la minería de aguas profundas ni sus daños ambientales: aseguran especialistas

La minería en aguas profundas promete minerales clave para la transición energética y beneficios económicos para los países en desarrollo, pero la evidencia indica que sus impactos ambientales serían muy dañinos y basados en promesas falsas.

 

México.- La minería en aguas profundas promete minerales cruciales para la transición energética, sin los problemas de la minería terrestre. También promete generar riqueza para los países en desarrollo. Sin embargo, la evidencia sugiere que estas promesas son falsas y que la minería dañaría el medio ambiente.

La práctica consiste en extraer nódulos rocosos de extensas áreas del fondo marino. Estos trozos, del tamaño de una papa, contienen metales y minerales como zinc, manganeso, molibdeno, níquel y tierras raras.

Existe tecnología para explotar las profundidades marinas, pero la minería comercial en estas aguas no se lleva a cabo en ningún lugar del mundo. Esto podría cambiar pronto. Las naciones se reúnen este mes en Kingston, Jamaica, para acordar un código de minería. Dicho código facilitaría el inicio de actividades mineras en los próximos años.

El jueves, la agencia científica nacional de Australia, CSIRO, publicó una investigación sobre el impacto ambiental de la minería en aguas profundas. Su objetivo es promover una mejor gestión ambiental de esta actividad, en caso de que se lleve a cabo.

Hemos cuestionado anteriormente la justificación de la minería en aguas profundas, basándonos en nuestra experiencia en política internacional y gestión ambiental. Argumentamos que esta práctica es perjudicial y que sus beneficios económicos han sido exagerados. Además, los metales y minerales que se pueden extraer no son escasos.

El mejor curso de acción es prohibir la minería internacional en los fondos marinos, aprovechando la coalición global a favor de una moratoria.

 

Gestión y monitoreo de los daños ambientales

Los recientes avances tecnológicos han hecho más viable la minería en aguas profundas. Sin embargo, se ha demostrado que la extracción de nódulos —que también requiere bombear agua— daña el lecho marino y pone en peligro la vida marina.

CSIRO ha desarrollado los primeros marcos de gestión y monitoreo ambiental para proteger los ecosistemas de aguas profundas. Su objetivo es proporcionar herramientas confiables, con base científica, para evaluar los riesgos ambientales y la viabilidad de la actividad.

En el trabajo también participaron científicos de la Universidad Griffith, los Museos Victoria, la Universidad de Sunshine Coast y Earth Sciences New Zealand.

The Metals Company Australia, filial local de la empresa canadiense de exploración minera en aguas profundas, encargó la investigación. Esta consistió en analizar datos de pruebas de minería realizadas por la empresa en el océano Pacífico en 2022.

La compañía ha liderado iniciativas para agilizar la explotación minera en aguas profundas. Esto incluye impulsar el código de minería y explorar la explotación comercial de los fondos marinos internacionales, con la aprobación del gobierno estadounidense.

En una conferencia de prensa esta semana, Piers Dunstan, científico principal de investigación de CSIRO, afirmó que la actividad minera afectó considerablemente el lecho marino. Algunas especies marinas, especialmente aquellas adheridas a los nódulos, tenían muy pocas posibilidades de recuperarse. Dunstan añadió que, de continuar la minería, el monitoreo sería crucial.

No obstante, dudamos que los impactos ecológicos puedan gestionarse, incluso con este nuevo marco. Se sabe poco sobre la vida en estos ecosistemas de aguas profundas, pero las investigaciones muestran que la extracción de nódulos causaría una gran pérdida de biodiversidad y daños al hábitat.

 

¿Realmente necesitamos abrir la frontera oceánica a la minería?

Argumentamos que la respuesta es NO, por tres razones:

1. Los minerales no son escasos

Los minerales necesarios para la transición energética abundan en la Tierra. Las reservas terrestres conocidas de cobalto, cobre, manganeso, molibdeno y níquel son suficientes para satisfacer los niveles de producción actuales durante décadas, incluso considerando el aumento en la demanda.

No existe una razón convincente para extraer minerales de aguas profundas, dado que la minería en estas condiciones es especulativa y, por su complejidad técnica, inevitablemente muy costosa.

Las afirmaciones sobre la escasez de minerales se utilizan para justificar el intento de legitimar una nueva frontera extractiva en las profundidades oceánicas. Inversores oportunistas podrían lucrarse especulando y atrayendo subsidios gubernamentales.

2. La minería marina no reemplazará a la minería terrestre

Los defensores sostienen que la minería en aguas profundas puede sustituir parte de la minería terrestre, que ha generado problemas sociales, como la vulneración de los derechos de los pueblos indígenas y daños al medio ambiente.

Sin embargo, esta actividad no necesariamente desplazará, reemplazará ni reducirá la minería en tierra firme. Los contratos mineros terrestres tienen vigencias de décadas, y las empresas no abandonarán proyectos en marcha o planificados. Sus operaciones continuarán, incluso si se inicia la minería en aguas profundas.

Además, esta última enfrenta muchos de los mismos desafíos sociales y ambientales, junto con otros nuevos. Los problemas asociados al transporte, procesamiento y distribución de los materiales siguen siendo los mismos.

Las industrias marítimas, por su parte, ya enfrentan serios problemas de esclavitud moderna y violaciones laborales, debido en parte a la dificultad de supervisión en alta mar.

En resumen, la minería en aguas profundas no resuelve los problemas de la minería terrestre y, por el contrario, suma más desafíos.

3. Patrimonio común de la humanidad y del Sur Global

Según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, los fondos marinos internacionales son patrimonio común de la humanidad. Esto implica que los beneficios de la minería en aguas profundas deben distribuirse equitativamente entre todos los países.

Hasta ahora, las alianzas entre países en desarrollo del Sur Global y empresas del Norte global no han generado beneficios tangibles para los primeros. No hay indicios de que esta situación vaya a cambiar.

Por ejemplo, cuando la empresa canadiense Nautilus se declaró en quiebra en 2019, dejó a Papúa Nueva Guinea con millones de dólares en deuda por un proyecto fallido de minería en aguas profundas.

The Metals Company mantiene asociaciones con Nauru y Tonga, pero su más reciente acuerdo con Estados Unidos genera incertidumbre sobre el cumplimiento de esos compromisos.

Además, inversores europeos tomaron el control de Blue Minerals Jamaica —una empresa originalmente jamaiquina— poco después de su lanzamiento, lo que implica que cualquier beneficio económico se trasladaría al extranjero.

 

¿Una inversión inteligente?

No está claro si la minería en aguas profundas será alguna vez una inversión rentable.

Numerosos grandes inversores corporativos se han retirado del sector o han caído en bancarrota. Además, The Metals Company ha recibido notificaciones de exclusión de la bolsa Nasdaq debido a sus pobres resultados financieros.

Dada la amenaza de daño ambiental, la evidencia sugiere que la minería en aguas profundas no vale la pena el riesgo.

(Tomado de Forbes México)