


- Solo el 5.4% del PIB en México se destina al sector, frente al 16.8% en Estados Unidos_
Ciudad Juárez.– En 2024, el gasto en salud de Estados Unidos representó el 16.8% del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que en México fue de apenas el 5.4%.
Esta disparidad económica refleja una de las muchas brechas que persisten en la región fronteriza, donde millones de personas viven en un entorno complejo marcado por contrastes, retos estructurales y oportunidades binacionales.
A pesar de que la salud de los residentes fronterizos ha mejorado en las últimas décadas, el informe elaborado por la Alianza Fronteriza de Filantropía México-EE.UU. revela que persisten notables desigualdades tanto dentro de cada país como entre las comunidades asentadas a ambos lados de la frontera.
El reporte, impulsado por más de 400 afiliados de la sociedad civil, fundaciones y líderes binacionales, expone una realidad que exige atención urgente y colaboración transfronteriza efectiva.
Uno de los principales factores que agravan la situación sanitaria en la región son las elevadas tasas de pobreza, condiciones de vivienda precarias, la infraestructura médica insuficiente y la presencia considerable de migrantes establecidos en la franja fronteriza.
Además, el acceso limitado a la atención médica genera una presión constante sobre los sistemas de salud de ambas naciones.
A esto se suma la particularidad de que muchos residentes fronterizos utilizan servicios médicos en ambos lados de la frontera, lo que complica la coordinación entre los sistemas de salud, especialmente en momentos de crisis.
La falta de protocolos comunes, interoperabilidad de sistemas y preparación para emergencias binacionales ha sido uno de los mayores desafíos señalados por el informe.
El informe también alerta sobre el impacto negativo de la desaparición de la oficina de salud fronteriza de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la falta de financiamiento para la Comisión de Salud Fronteriza México–Estados Unidos.
Estas medidas, adoptadas antes y durante la pandemia, dejaron a la región sin preparación adecuada para futuras emergencias sanitarias.
La violencia relacionada con el narcotráfico y el aumento en las adicciones ha desatado una crisis de salud pública en diversos puntos de la frontera, tanto del lado estadounidense como del mexicano. La respuesta ha sido limitada y con poca coordinación entre los niveles de gobierno.
En el caso de México, la eliminación del Seguro Popular y la escasez de medicamentos bajo la administración de López Obrador han incrementado la crisis de acceso a servicios de salud en muchas comunidades, particularmente en los municipios fronterizos, donde la demanda supera por mucho la oferta de atención médica.
La desigualdad que atraviesan la región fronteriza entre Ciudad Juárez y El Paso, no solo se refleja en el financiamiento, sino en el acceso, la prevención, la atención oportuna y los resultados en salud de la población.
A pesar de algunos avances, persisten retos estructurales y enfermedades que golpean de forma desproporcionada a las comunidades binacionales.
El diagnóstico es claro, hay una crisis de salud pública crónica, agravada por la pobreza, la falta de coordinación institucional y el debilitamiento de programas binacionales.
Según datos del Sector Salud y el INEGI, en Ciudad Juárez las principales causas de muerte siguen siendo la diabetes mellitus, con más de 1,200 muertes anuales, enfermedades cardiovasculares, que causaron cerca de 1,600 defunciones en un solo año el COVID-19, que en 2021 fue la primera causa de muerte con cerca de 1,700 fallecimientos.
A ello se suman las enfermedades crónicas relacionadas con la obesidad y el sobrepeso, responsables de más de 3,200 muertes anuales en la ciudad, afectando a más de 18,000 personas.
El problema se agrava por la falta de infraestructura médica, donde muchos residentes no cuentan con seguridad social y deben trasladarse grandes distancias para recibir atención.
La rickettsia, una enfermedad transmitida por garrapatas y asociada con condiciones precarias de vivienda, provocó en 2020 la muerte de 10 personas en Juárez, de un total de 15 fallecidos en todo el estado de Chihuahua; y para este 2025 se han registrado a la fecha 158 probables casos, de los cuales 28 fueron confirmados y 11 defunciones.
Del lado texano, la situación tampoco es alentadora. De acuerdo con los CDC y autoridades de salud locales, El 53% de los adultos hispanos sin seguro en El Paso presenta síndrome metabólico, con cifras alarmantes de diabetes (14.5%), hipertensión (31.5%) y colesterol alto (32.1%).
Entre los niños de primaria, el 17% padece asma y el 51% sufre de alergias, con acceso desigual a atención médica; la tasa de tuberculosis en el condado de El Paso fue de 2.62 por cada 100 mil habitantes, con repuntes en otras zonas fronterizas.
A pesar de contar con un sistema médico más robusto, el acceso sigue siendo un reto para las comunidades latinas y migrantes. El 17% de los adultos y al menos el 12% de los niños en Texas no cuentan con ningún tipo de seguro médico, lo que limita su acceso a tratamientos oportunos.
La región fronteriza más transitada del mundo comparte mucho más que comercio y cultura; comparte enfermedades, desigualdad y sistemas de salud fragmentados.
La frontera Juárez–El Paso necesita una respuesta binacional robusta: inversión, planeación conjunta, cobertura universal y una red eficiente de salud pública.
La salud no debe depender del lado de la frontera donde se nace.