





- La crisis de la Policía Municipal de Ciudad Juárez
Ciudad Juárez.- La confianza en los cuerpos policiacos es la piedra angular de la seguridad pública. Sin embargo, en Ciudad Juárez, esa confianza se ha resquebrajado tras una cadena de escándalos que involucran a agentes municipales en delitos graves; desde extorsiones y escoltas de criminales, hasta acusaciones directas de participar en masacres.
En medio de esta tormenta, los exámenes de control y confianza —herramienta diseñada para depurar y fortalecer las instituciones de seguridad— se encuentran hoy bajo la lupa.
*La promesa de los exámenes de confianza*
Desde hace más de una década, México implementó los llamados exámenes de control y confianza con el propósito de garantizar que quienes portan un uniforme policial cuenten con la honestidad, estabilidad emocional y condiciones necesarias para desempeñar la labor.
En Ciudad Juárez, el proceso es administrado por el Centro Estatal de Control de Confianza (C3). Según explica Adrián Sánchez, vocero de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM), cuando un agente reprueba, la corporación inicia un procedimiento que incluye:
- Notificación al agente.
- Retiro del arma de cargo y reasignación a tareas administrativas.
- Informe a la Dirección de Investigación y turnar el caso a la Comisión de Honor y Justicia.
El proceso puede tardar meses y permite que el agente apelé antes de una baja definitiva.
De acuerdo con la SSPM, en los últimos cuatro años más de 400 elementos han sido dados de baja por reprobar este tipo de pruebas.
*Escándalos recientes: policías al servicio del crimen*
Pese a los exámenes, la corporación enfrenta uno de sus peores momentos de credibilidad.
En Agosto 2025; en apenas dos semanas, tres policías en activo fueron evidenciados como parte del grupo criminal La Línea, brazo armado del Cártel de Juárez.
Dos de ellos, Miguel Eduardo Salas Gallegos y Rigoberto Pulido Escobedo, fungían como escoltas de Ulises Nache Trujillo “Delta 1”, líder de la célula, y murieron en un enfrentamiento.
Otro agente, Jacinto “N”, fue detenido e investigado por su presunta participación en la masacre LeBarón ocurrida en 2019, en la que fueron asesinados seis niños y tres mujeres.
Estos casos han destapado la colusión entre policías y el crimen organizado, un vínculo que la SSPM insiste en desconocer.
*Voces críticas: la desconfianza de la ciudadanía*
La familia LeBarón, víctima directa de la violencia, acusa a las autoridades municipales de ser responsables de la infiltración criminal en la Policía. Julián LeBarón lo expresó sin rodeos.
“La Policía está infiltrada. Estamos viviendo terrorismo básicamente.”
Los señalamientos han sido directos en contra el alcalde Cruz Pérez Cuéllar y el director de la SSPM, César Omar Muñoz.
*Un historial manchado*
El actual jefe policiaco, César Omar Muñoz, carga con un pasado polémico. En 2008, cuando era agente ministerial, fue detenido por militares bajo sospecha de nexos con el Cártel de Juárez.
A pesar de esa sombra, ha llegado en dos ocasiones a dirigir la Policía Municipal.
La corporación arrastra un largo estigma. Entre 2008 y 2010, en plena guerra contra el narcotráfico, 66 policías municipales fueron asesinados.
En 2015, el exjefe policiaco Julián Leyzaola sufrió un atentado en el que responsabilizó a mandos de la propia corporación.
Lejos de sanar, las heridas se acumulan.
*¿Sirven realmente los exámenes de confianza?*
Las autoridades locales aseguran que todos los agentes han aprobado los controles aplicados por el C3.
Sin embargo, los recientes casos hacen evidente una falla estructural.
Evaluaciones insuficientes; no detectan vínculos criminales ocultos.
Procesos lentos; los agentes reprobados continúan meses dentro de la corporación.
Falta de transparencia; la ciudadanía desconoce los criterios y resultados.
Expertos en seguridad consultados coinciden en que los exámenes de confianza, tal como están diseñados, no son garantía real contra la infiltración criminal.
Se convierten en un trámite más que en una barrera efectiva.
*Una confianza quebrada*
Ciudad Juárez vive una paradoja peligrosa; la ciudad más vigilada del estado, pero con una policía bajo sospecha permanente.
Los exámenes de confianza, que deberían ser el cimiento de la depuración, hoy aparecen como un procedimiento cuestionado, incapaz de frenar la colusión entre agentes y el crimen organizado.
La ciudadanía, golpeada por la violencia, exige respuestas claras y responsables.
La pregunta que flota en el aire es si los exámenes de confianza son una herramienta real para sanear la corporación o simplemente un filtro burocrático que poco sirve frente al poder del narcotráfico.